Hey Apple¡¡
Anoche soñé contigo. Venias para despedirte…
Estaba con unas amigas en un museo en Londres y de repente
te vi entre la multitud de gente. Quería ir corriendo a abrazarte pero me
miraste, me sonreíste y me hiciste un gesto con la mano de ‘’espera’’. Asentí
con la cabeza y te hice caso. Seguía andando con mis amigas por el museo
ansiosa de que acabara ya la visita, porque sería entonces cuando podría
abrazarte. La hora del cierre del museo llego, toda la gente estaba saliendo a
la misma vez. Conforme íbamos bajando
las escaleras mis amigas y yo para salir, ellas te vieron y fueron corriendo a
saludarte. Yo me espere a ser la última. Cuando saludaste a todas, nos quedamos
mirando el uno frente al otro hasta que me diste la señal de: ahora es el
momento. Corrí hacia a ti y me tire directamente a tus brazos para abrazarte. Tú
no parabas de reír porque decías que no
entendías que me pasaba, pero si lo sabías. Tenía unas ganas inmensas de verte
y que te presentaras en aquel museo por sorpresa a verme me alegro aun mas. Te
preguntaba como estabas, por que habías venido, que hacías allí… en definitiva
no paraba de hacerte preguntas como una loca y tú no parabas de reírte por
verme en ese estado tan frenético de alegría. De todas las preguntas que hice
tu solo me diste una sola respuesta para todas ellas y fue: ya lo
entenderás.
Me hizo quedarme muy quieta de repente y bajarme toda la
euforia de golpe. Me quede muy seria porque llevaba mucho tiempo esperando a
verte de nuevo para hacerte todas esas preguntas y aclarar tantas dudas sobre
tu desaparición. Me miraste a los ojos, esos
inmensos ojos azules que tienes y me volviste a decir: espera, ten
paciencia, ya lo entenderás todo. Acto
seguido me besaste y se me olvidaron todas las preguntas, todo lo que había
alrededor, toda la gente, todo el tiempo que había pasado…y ya no había nada más.
Solo estaba nuestro beso hasta que el guardia del museo llego y nos dijo que
nos teníamos que ir porque el museo estaba cerrado. Salimos a la puerta y se
había corrido la voz de que habías vuelto y en cuanto pusiste un pie fuera, mas
amigos habían venido a verte. Entonces deje que os saludarais y me aislé un
poco del grupo mientras íbamos de camino a coger un autobús con dirección a
Nosedónde. Nos montamos en el autobús y
yo no podía quitarte los ojos de encima, estaba deseando poder hablar contigo y
todo el mundo te hacia las mismas preguntas… ¿dónde has estado todo este
tiempo? Decidiste dar una explicación, pero no con voz, si no con papel y te
sacaste un sobre del bolsillo lleno de cartas y las empezaste a dar a todo el
que estaba allí. Decías el nombre de la persona a la que iba dirigida la carta
y cuando respondía, antes de dársela, le decías: Feliz cumpleaños.
Yo me quede muy extrañada al ver que estabas dando
felicitaciones de cumpleaños y empecé a pensar en la fecha de cumpleaños de
todos nuestros amigos y ese día no era el cumpleaños de nadie. Todo empezaron a
preguntar el porqué de una felicitación de cumpleaños para las respuestas de tu
desaparición y tú solo dijiste una cosa: Esto es por vuestros cumpleaños
pasados y por todos los que vendrán. Yo no voy a tener más cumpleaños pero
quiero que disfrutéis todos y cada uno de los días que aun os quedan por vivir.
El autobús enmudeció y yo me quede mirando por la ventana
pensando en lo que habías dicho y no esperaba ninguna carta porque ya habías
acabado todas las que tenías en el sobre. Pero cuando este acabo, sacaste otro
con cartas distintas y empezaste a repartirlas también. De repente dijiste mi
nombre y no me lo esperaba para nada. Te mire, le diste un beso a la carta y me
la diste. No sabía si empezar a leerla ya o esperarme a llegar a donde quiera
que fuéramos, buscar un sitio tranquilo y leerla cuando estuviera sola. Te
empezaste a reír mientras repartías las cartas que te quedaban y te diste
cuenta de mi situación y de que no paraba de mirarte, entonces fue cuando
pusiste solución a mi dilema y me dijiste ‘’Ahora’’.
Me puse a leer la carta y justo empezaba como empieza mi
carta; Hey Apple¡¡ le eche un vistazo rápido a la carta y a todas las demás y
vi que la mía era la que mas palabras y decoración tenia así que empecé a
leerla. En ella recordabas todos los momentos que habíamos pasado juntos, todos
ellos, los mas graciosos, los tristes, los de peleas, cuando trabajábamos
juntos, cuando hacíamos fiestas… absolutamente todos y cada uno de ellos. No
faltaba ninguno. Iba leyendo la carta por la cuarta línea cuando el autobús dio
un frenazo de repente, me llamaste y me dijiste: me tengo que ir ya.
Yo me quede desconcertada porque creía que seguías el viaje
con nosotros hasta el final del camino. No me hizo falta decirte estas
palabras, tú ya las leíste en mi cara. Entonces me contestaste: para mí no, yo
acabo aquí.
Me diste un beso en la frente a la vez que unas lágrimas
empezaban a salir de mis ojos y ha sido
entonces cuando me he despertado. No te vi salir del autobús, ni seguir tu
camino. La última imagen que tuve tuya en mi sueño fuiste tú besándome la
frente.
Nunca pensé que esto fuera a pasar. Tú siempre dijiste que
un día lo harías pero nunca te tome en serio, más que nada porque yo me veía a
tu lado ayudándote como una amiga siempre que estuvieras mal por eso no te
creía ni yo me lo quería creer. Pero tendrías tus razones fuertes para hacerlo.
Yo no me puedo creer todavía lo que ha pasado. No me creo que hayas saltado sin
más. Conocía algunas de tus razones pero… lo siento por mi parte egoísta de no
poder entender el porqué.
Todo el mundo tiene sus días malos, días buenos y ha pasado
alguna vez por una racha mala de la que pensaba que no saldría. O alguna vez
también todo el mundo se ha sentido completamente solo sin fuerzas para salir
adelante pero han seguido. Han luchado por seguir.
¿Por qué no seguiste luchando?
¿Por qué todo te dio igual?
¿Por qué no pediste ayuda?
¿Por qué no dijiste lo que te pasaba?
¿Por qué lo hiciste?
Podría seguir con una lista infinita de porqués a los que ya
no les encontrare respuesta porque ya no te tengo aquí para que me contestes a
tantas preguntas a las que intento encontrar las respuestas pero de las que
nadie sabe nada o nadie quiere saber…
No me creo que ni una sola persona estuviera ahí contigo
cuando lo has necesitado. Yo hice todo lo que pude mientras pude, pero tu
tampoco te dejabas ayudar, aun así yo seguía intentándolo aunque dijeras que
todo te daba igual. Yo quería seguir estando ahí cuando me necesitaras, y a eso
me dedique. A esperar a que me llamaras un día y me dijeras ¿puedo ir a tu
casa? Y aunque después no hablaras del tema, por lo menos sabia que estabas mal
pero que mientras estuvieras en casa no
te iba a pasar nada malo.
Siempre me acordare de todos los momentos que hemos pasado
juntos mientras trabajábamos en Café Rouge. Cuando me chinchabas tirándome del
delantal cuando pasaba por tu lado o simplemente cuando te aburrías. De cuando,
cada vez que tenía un día malo, triste o estaba enfadada por algo, tu siempre
me traías por sorpresa helado de chocolate blanco y me lo adornabas con rulitos
de galleta porque sabias que era mi favorito y porque me encantaba y cuando no
había me traías créeme brule a escondidas porque no nos dejaban que comiéramos
postres.
También me acordare del día en que no querías ayudarme a
hacer nada y yo, harta de tu holgazanería, me metí a fregar los platos mientras tú te quedaste
en una esquina mirándome y riéndote de mí porque no sabía cómo funcionaba nada
y fue cuando cogí la manguera de los platos y me dijiste; ten cuidado con eso
que si lo aprietas mal te pones chorreando, a lo que te conteste apuntándote
con la manguera: no si esto es fácil de usar, solo aprietas un poquito así para
que salga un poco de agua y ya está.
Apreté mal creyendo que no iba a salir agua y un chorro inmenso salió
del grifo y te di directamente en la boca y yo me quede en shock por lo que
había hecho pero al verte la cara empapada de agua y escupiendo agua por la
boca con todo el uniforme mojado me dio un ataque de risa mientras que a ti no
te hizo ninguna gracia y seguías inmóvil. Solté el grifo y fui a secarte con
una toalla y me dijiste: no sabes lo que has hecho, corre. Y me fui corriendo de la cocina y evitaba
entrar porque no sabía cuál iba a ser tu venganza. Hasta que el jefe me pillo
dando vueltas por el restaurante y me mando a la cocina y fue entonces cuando
me enchufaste con el agua y me pusiste chorreando la camisa. Nos reímos un
montón ese día.
O también la primera fiesta que hicimos en mi casa en la que
te bautice como ‘’Cachorrito’’ que hasta ese momento era un mote que solo había
usado cuando hablaba con Noe de ti para no usar tu verdadero nombre para que
nadie supiera que hablábamos de ti. Te puse Cachorrito por la cara de perrillo
abandonado con la que me mirabas cada vez que me pedias algo y yo te decía que
no. O cuando venias a mi casa y nos peleábamos por la tele, por el ordenador o
cuando muchas mañanas me pedias que te hiciera café y yo te decía que no era tu
niñera y estabas molestando y peleando hasta que te hacia el café o hasta que
Noe se cansaba de vernos pelear y ella
te lo hacía. O cuando, el día, bueno uno de los días, en el que te quedaste a
comer en casa y estaba en el salón después de comer hablando con mi amiga
Noelia de España y me quitaste el ordenador y te pusiste tu a hablar con ella y
yo ya aburrida de que me quitaras el ordenador me dormí en el sillón y tú me
tapaste con una manta.
También otro de los días que me ponías de los nervios cuando
estábamos viendo la tele y de repente empezabas a tirarme cojines y empezabas a
gritar ‘’guerra de cojines’’ mientras yo estaba viendo mi serie favorita y yo
te gritaba: ni guerra ni paz¡¡ que me dejes¡¡ y tu respuesta era: pues hazme un café y yo te decía: te lo haces
tú que sabes donde esta todo y fue cuando me dijiste en español: bruja¡¡ a lo
que nos quedamos todos muy parados porque nadie te había enseñado esa palabra
nunca y nos empezamos a reír como locos.
Siempre te gustaba sacarme de quicio y cabrearme pero
también sabias como calmarme y hacerme reír después.
La de veces que nos hemos peleado por el lado de la cama de
Noe que estaba pegando a la pared después de muchas fiestas y a veces ganabas tú
y a veces ganaba yo. O cuando por las noches me abrazabas lo mismo que si yo
fuera un peluche y me tenías que amoldar a tu cuerpo y a tu forma de dormir.
Que al principio te decía que me dejaras dormir a mi aire pero en el fondo me
encantaba que me abrazaras de esa forma. Hemos tenido muchas peleíllas pero
también muchas risas.
Ahora las peleas que tendré serán con los porqués de mi
cabeza, que no me dejaran hasta que se aclare todo y vea con mis propios ojos
el definitivo final porque aun sigo sin creer que no vaya a volver a ver tus
intensos ojos azules, tu mirada de cachorrito, tu pelo rubio tan liso y suave, el tatuaje de ‘’try’’ que llevabas en
el pecho que siempre me decías: inténtalo antes de decir no. Tus labios
carnosos con los que me besabas cuando me dormía y los que tantas veces han
pronunciado tantas palabras que me han hecho reír. Lo siento pero todavía no me
lo puedo creer. Es demasiado duro de entender y asimilar para mí. Sé que algún día
pasara y lo entenderé todo pero ahora… no puedo dejar de mirar tus fotos,
cuando creo que estoy bien y que tengo la mente en blanco de repente me pongo a
llorar y no puedo parar. Otras en cambio me rio un montón al acordarme de todas
las cosas que hemos hecho juntos pero no soy capaz de decirte adiós. Ni si
quiera lo he intentado pero necesito respuestas antes del final. Todavía tengo
la esperanza de que alguien llegue algún día y me diga que todo ha sido una
broma muy pesada de alguien o de que ha sido un error de la policía y de que el
cuerpo que encontraron no era el tuyo. Estoy deseando que llegue el día en el
que alguien me diga que todo ha sido un malentendido, que tú sigues haciendo de
las tuyas por Londres y que no te ha pasado nada.
Y no soy capaz ni siquiera de cómo acabar esta carta. No soy
capaz de escribirte una definitiva despedida pero me quedare con eso que tu
siempre me decías y que tu también lo hacías…TRY.
Lo intentare.